Caminos de Autoconocimiento

II.- ¿QUÉ ES LA MENTE Y PARA QUÉ SIRVE?


Si vamos a construir algo necesitamos herramientas, pero ¿qué clase de herramientas? ¿Un martillo? ¿Un destornillador? ¿Un serrucho? Tal vez puedan servirnos, pero adivina qué: vinimos dotados con nuestras propias herramientas. ¿Te sorprende? ¿Qué clase de Dios te pondría en este mundo y te pidiera que construyeras sin dotarte de herramientas?

Hay tres herramientas con las cuales todos hemos sido dotados: mente, imaginación y creatividad (estas dos pueden parecer sinónimos, pero en realidad son distintas). Comencemos con la mente: qué es y para qué sirve. No es mi intención escribir un tratado y menos aún darte la respuesta correcta. Sólo puedo darte mi respuesta, y si algo de lo que lees resuena en ti, entonces podremos decir que se ha dado una conexión; pero lo más probable es que a medida que vayas leyendo se vaya aclarando en tu interior lo que es la mente. ¿Sabes por qué? Porque ella forma parte de ti, tú la conoces, allí está la magia de todo esto: cada persona puede ofrecer su propia definición desde su verdad, desde su vivencia, sin recurrir a tecnicismos académicos, a términos rebuscados que nada tienen que ver con lo que somos.

Siento que está haciendo presencia mi ego, lo veo venir, siempre llega arrastrando consigo una oleada de temor para hacernos dudar. Me está diciendo que quién soy yo para ofrecer alguna definición de mente (o tal vez “demente”). ¿Acaso soy psicóloga o filósofa? ¿Creo que es fácil adentrarme en este terreno? Se entromete en mis archivos y los abre colocando ante mí figuras intimidantes: Aristóteles, Sócrates, Platón, Freud… Comienzo a sentirme muy pequeñita. No puedo decir que mi ego se alegre, porque creo el ego desconoce la alegría, pero lo siento engrandecerse, se sabe a punto de ganar la batalla (¡Le encanta una batalla!).

Sin embargo, ante mi decisión de continuar, comienza a desinflarse, no demasiado rápido, por supuesto, no se irá sin pelear, conoce muy bien el lenguaje de las peleas, tácticas, estrategias, etc. todo lo que implique subterfugio. No puedo batallar con él o crecerá. Me tiende su trampa, me reta, quiere que me defienda. Me muestra un panorama del futuro ¡es una de sus mejores armas! Nos da una visión desalentadora del porvenir. Me dice: “harás el ridículo, los expertos te desautorizarán”. Digno de él tender una trampa dentro de otra: dentro del miedo introduce la vanidad: “Los expertos te desautorizarán”. vale decir que muchas personas leerán estas palabras, vale decir que “los expertos” (quienes quiera que sean) se interesarán en lo que he escrito. Con esa imagen pretende embelesarme y detenerme a la vez. Si los expertos me leerán debería sentirme intimidada y, a fin de cuentas, renunciar a esta locura. Sin embargo me parece que tengo algo que decir y que he de hacerlo desde mí, estando conciente de que mi verdad es una entre muchas y en ningún caso la última palabra, recordemos que el final no existe, todo está sujeto al proceso de mutación, incluso un duro bloque forma parte de la vida y está condenado a transformarse.

Habiéndose marchado mi ego, vuelvo a la pregunta: ¿Qué es lamente y para qué sirve? Mi respuesta más inmediata y sincera es NO LO SÉ. Reconocer que no sabemos algo es siempre un buen punto de partida. Veámoslo así: si ya sabemos algo pasemos la página y vayamos a lo que no sabemos. Si en el pasado hombres y mujeres se hubiesen quedado con lo que sabían no disfrutaríamos hoy de tantos avances y descubrimientos. Y si ahora mismo nos quedamos con lo que sabemos, nos estancaremos y nos negaremos posibilidades maravillosas. Quien no es capaz de ir más allá de lo que sabe se está negando a crecer. Hay demasiadas cosas que no sabemos. Así que adelante, avancemos hacia el NO-SABER.

Evidentemente, el no-saber se construye partiendo de preguntas y no de respuestas. Una de las preguntas que se me viene al pensar en la mente es: ¿Dónde queda? ¿Dónde reside la mente? Otra pregunta es: ¿Al morir nosotros muere también nuestra mente? Veamos que podemos sacar en claro.

Muchas personas piensan que la mente está ubicada dentro de la cabeza. ¿En el cerebro, tal vez? Bien, los científicos han demostrado que en nuestro cerebro tienen lugar un sinfín de funciones conectadas a reacciones químicas. Incluso han llegado a demostrar que las emociones están conectadas con este tipo de reacciones, pero el hecho de que todo ese proceso maravilloso tenga lugar en el más complejo de nuestros órganos no significa que lo que somos se reduzca a la química. ¿Qué somos? El número de respuestas que pueden surgir ante esta pregunta nos indica que, por lo menos, somos creaciones complejas y, dentro de esa complejidad, hemos sido dotados con una herramienta conocida como mente. La mente forma parte de lo que somos, pero eso no quiere decir que esté confinada dentro de nuestro cuerpo físico o que resida en algún órgano, aunque esté en conexión estrecha con nuestro maravilloso cerebro.

La mente es algo inaprehensible, por ende no puede ser ubicada, no podemos verla, pero está ahí, tal como el aire. ¿Para qué nos sirve la mente? Para pensar. Dentro de nuestro cuerpo físico es el cerebro el que nos ayuda a organizar los pensamientos. De hecho, cuando nuestro cerebro sufre algún daño severo o se deteriora, nuestra capacidad para organizar los pensamientos se ve afectada, pero la mente sigue ahí, lo que sucede es que el órgano físico que le servía de canal se ha estropeado. Digamos que la antena se ha dañado y que en nuestro televisor las imágenes no se ven co claridad, se ven distorsionadas o simplemente no se ven, pero eso no significa que la frecuencia, la emisión o señal, no continúe estando allí, es sólo que no puede ser captada. Lo mismo sucede entre la mente y el cerebro, éste último puede dañarse y la persona pareciera estar en blanco, per la mente continúa allí, sólo que no cuenta en un canal en buen estado para fluir.

Si morimos, ciertamente nuestro cerebro también muere, pero nuestra mente no puede morir, ya que ella forma parte de una red más compleja.

Nidesca Suárez

CONTINUARÁ.

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Para leer la primera parte ve a: I.- Seguridad y Locura