Continuación de Historias y orígenes del tarot - Parte I
En el siglo XII dC apareció en Occidente una carta que se cree versión del "Kibalión", llamada "Tabla esmeraldina". No hay datos precisos, pero, sin embargo, los investigadores la suponen traducción del árabe, que a su vez resultaba ser traducción del griego de un original del siglo IV, y que estaba redactada en doce versículos aparentemente genuinos y uno tal vez apócrifo. A este original se le conoció en griego como el nombre de "telesma" (talismán), lo cual hace referencia al Sol, al Amor, a la Esperanza y a la buena suerte.
Otra cosa importante que dejó Hermes Trismegisto fue el sistema de escuelas "hermético-iniciáticas", dedicadas al estudio del misterio, de Dios y del espíritu, de donde han salido todos los "iniciados", algunos muy conocidos, y otros que trabajaron en silencio sin darse a conocer nunca como tales. No olvidemos que la alquimia siempre llamó "hermético" a todo lo que estaba en relación con la "Gran Obra", con la llamada "piedra filosofal" y con todo trabajo de ocultismo. Y asimismo tampoco olvidemos que de tales escuelas iniciáticas llegaron a salir hombres como Moisés, Pitágoras, Platón, Eudoxio, Juan y el mismo Jesús, por citar a los más importantes.
Llegados a este punto muchos se preguntan el porqué de esas escuelas "hermético-iniciáticas" que huelen a misterio, magia o por lo menos a esoterismo. En primer lugar se nos antoja aducir que el esoterismo y el esoterismo han sido, y siguen siendo, una manera de ser, de pensar y de actuar que OBLIGADAMENTE se debe ocultar, entre otras cosas, para no ser objeto de ironías o injurias. Si bien nos fijamos es verdaderamente curiosa la constante contradicción mental de la Humanidad: en la antigüedad, hombres como Pitágoras o Platón tenían que estudiar ocultamente, porque como el pueblo no los entendía, tal vez hasta los habría matado. Y hoy, quienes disfrutan de la herencia de conocimientos de esas escuelas ocultas, se burlan de ellas.
Aparte de esto y concretándonos en la antigüedad, cabe decir que cuando el sacerdocio dogmático desapareció, el conocimiento se mantuvo en secreto. El hombre no había evolucionado hasta un nivel donde pudiera comprender el significado espiritual existente detrás del simbolismo, ni había aprendido a controlar las fuerzas que le rodeaban, tanto en el plano físico como en el astral. Y manejar la energía oculta es peligroso, a menos que se conozca lo que se hace.
Por eso los custodios de este conocimiento espiritual se vieron obligados a conservar esta información dentro e los límites de las hermandades secretas, donde los miembros ingresaban a través de una rigurosa instrucción espiritual, antes de que las verdades les fueran reveladas. De esta forma, los misterios fueron divulgados a los aspirantes sólo después de que estos pasaron exigencias y duros rigores para poner a prueba sus merecimientos.
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Extraído del libro: El poder del tarot. Cómo entender y utilizar el tarot, del Dr. Klaus Bergman.