Fuente: Stephen Leahy /Tierramérica
Desde amenazas de muerte hasta agresivas descalificaciones en la prensa: la calamidad se abate sobre el IPCC, el principal grupo científico dedicado a estudiar el cambio climático. La ciencia del cambio climático es blanco de la artillería pesada de una guerra final para impedir o retrasar la acción de Estados Unidos contra el calentamiento global, advierten varios especialistas.
Desde amenazas de muerte hasta agresivas descalificaciones en la prensa: la calamidad se abate sobre el IPCC, el principal grupo científico dedicado a estudiar el cambio climático. La ciencia del cambio climático es blanco de la artillería pesada de una guerra final para impedir o retrasar la acción de Estados Unidos contra el calentamiento global, advierten varios especialistas.
El senador estadounidense James Inhofe, del opositor Partido Republicano y uno de los escépticos del cambio climático, difundió a fines de febrero una lista de importantes científicos a los que quiere enjuiciar como delincuentes, acusándolos de confundir al gobierno. Esos investigadores están recibiendo intimidaciones y amenazas de muerte.
“Tengo cientos de correos electrónicos amenazadores”, dijo a Tierramérica Stephen Schneider, climatólogo de la Universidad de Stanford.
Schneider cree que habrá asesinatos de científicos por esta causa. “Intento que esto no me afecte, pero va a ocurrir”, expresó Schneider, uno de los científicos climáticos más respetados del mundo. “En este país los médicos que practican abortos son baleados”, abundó.
Pero esta reacción contra las evidencias del cambio climático y los científicos no se registra sólo en Estados Unidos. También tiene lugar en Canadá, Australia, Gran Bretaña y, en menor grado, en otros países.
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En el fondo, este es el último gran intento de las empresas del petróleo, el gas y el carbón por retrasar el combate al cambio climático, tal como hizo la industria tabacalera, que demoró con éxito durante varias décadas el conocimiento sobre los efectos dañinos del tabaquismo y las medidas para contrarrestarlo, comparó Schneider.
“Nos enfrentamos a la multimillonaria industria de los combustibles fósiles y a quienes odian al gobierno (de Barack Obama). Ellos dan vueltas y distorsionan y ponen en duda la credibilidad de la ciencia”, agregó.
"Los medios de comunicación son cómplices", sostuvo, "pues no ponen en contexto esas absurdas afirmaciones y siguen entrevistando a gente como Inhofe y otros que carecen de evidencias y credibilidad en estos temas", añadió.
“Indigna que las empresas de comunicación coloquen las ganancias por delante de la verdad. Los medios se han degradado profundamente; ésa es una amenaza real para la democracia”, declaró Schneider.
No hay un argumento científico sólido que discuta el hecho de que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero recalientan la atmósfera, y que las emisiones de estos gases generadas por actividades humanas son los factores principales del aumento de las temperaturas en las últimas décadas.
También es poco racional el debate sobre una realidad fácilmente observable: el hielo del Ártico está desapareciendo, los glaciares se están replegando, los eventos climáticos extremos han aumentado y la primavera llega antes.
A fines de 2009 se difundieron documentos obtenidos por piratas informáticos de los archivos de la Unidad de Investigación Climática de East Anglia que, presuntamente, revelan una manipulación de datos para presentar el recalentamiento planetario como un fenómeno causado por la humanidad.
El episodio causó alboroto y los investigadores que estaban en el centro de la controversia dijeron que sus correos electrónicos habían sido objeto de un ataque informático y que el contenido había sido sacado de contexto.
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Algunos grupos de presión de poderosas corporaciones estadounidenses no han cesado sus ataques al IPCC en los últimos diez años. El gigante petrolero Exxon financió esos cabildeos e incluso presionó al gobierno de George W. Bush (2001-2009) para librarse del ex titular del IPCC, el químico Robert Watson, jefe científico del Banco Mundial.
El gobierno de Bush cedió y reemplazó a Watson por el economista Rajendra Pachauri, el mismo cuya renuncia reclaman ahora los lobbystas.
“Estamos en una época extraña, conducida por la codicia y el temor. El público está más confundido que nunca”, dijo Weaver. “Y los buenos científicos se preguntan: '¿Por qué querría yo ser parte del IPCC?'”, agregó.
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Extraído de:
http://www.tierramerica.info/nota.php?lang=esp&idnews=3561