Desechando lo desechable

Aclaratoria: El texto que publicáramos bajo el título «Me caí del mundo y no sé por dónde se entra», cuya autoría, erróneamente, se atribuye en muchos sitios de Internet al escritor uruguayo Eduardo Galeano, en realidad lleva por título «Desechando lo desechable», correspondiente a la serie «Crónicas marcianas y uruguayas» que se publican en distintos medios desde el año 2002, y su autor es el escritor y periodista uruguayo Marciano Durán.

Publicamos a continuación el texto original.


Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.
No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.

O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.

Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.

Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.

¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!

Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.

Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.

Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.

¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están jodiendo!

¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!

Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.

Nada se repara.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!

¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon.

La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo.

Y no es que haya sido mejor.

Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)
Me educaron para guardar todo.

¡Toooodo!

Lo que servía y lo que no.

Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Le dábamos crédito a todo.

Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.

Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.

El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.

Y guardábamos.

¡¡Cómo guardábamos!!

¡¡Tooooodo lo guardábamos!!

¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!

¡¿Cómo para qué?!

Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro.

Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.

Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.

¡Tooodo guardábamos!

Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usaríamos.

Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.

Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.

Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.

Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.

Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas!

Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.

No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables… eran guardables.

¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver.

¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.

Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.

Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.
Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.

Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.

No lo voy a hacer.

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

No lo voy a hacer.

No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.

Y yo…no me entrego.

Marciano Durán
2006 Enero

***
Extraído de: http://www.marcianoduran.com.uy/?p=176

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Violenta ofensiva contra científicos del clima



Fuente: Stephen Leahy /Tierramérica

Desde amenazas de muerte hasta agresivas descalificaciones en la prensa: la calamidad se abate sobre el IPCC, el principal grupo científico dedicado a estudiar el cambio climático. La ciencia del cambio climático es blanco de la artillería pesada de una guerra final para impedir o retrasar la acción de Estados Unidos contra el calentamiento global, advierten varios especialistas.


El senador estadounidense James Inhofe, del opositor Partido Republicano y uno de los escépticos del cambio climático, difundió a fines de febrero una lista de importantes científicos a los que quiere enjuiciar como delincuentes, acusándolos de confundir al gobierno. Esos investigadores están recibiendo intimidaciones y amenazas de muerte.

“Tengo cientos de correos electrónicos amenazadores”, dijo a Tierramérica Stephen Schneider, climatólogo de la Universidad de Stanford.
Schneider cree que habrá asesinatos de científicos por esta causa. “Intento que esto no me afecte, pero va a ocurrir”, expresó Schneider, uno de los científicos climáticos más respetados del mundo. “En este país los médicos que practican abortos son baleados”, abundó.
Pero esta reacción contra las evidencias del cambio climático y los científicos no se registra sólo en Estados Unidos. También tiene lugar en Canadá, Australia, Gran Bretaña y, en menor grado, en otros países.

(…)

En el fondo, este es el último gran intento de las empresas del petróleo, el gas y el carbón por retrasar el combate al cambio climático, tal como hizo la industria tabacalera, que demoró con éxito durante varias décadas el conocimiento sobre los efectos dañinos del tabaquismo y las medidas para contrarrestarlo, comparó Schneider.

“Nos enfrentamos a la multimillonaria industria de los combustibles fósiles y a quienes odian al gobierno (de Barack Obama). Ellos dan vueltas y distorsionan y ponen en duda la credibilidad de la ciencia”, agregó.

"Los medios de comunicación son cómplices", sostuvo, "pues no ponen en contexto esas absurdas afirmaciones y siguen entrevistando a gente como Inhofe y otros que carecen de evidencias y credibilidad en estos temas", añadió.

“Indigna que las empresas de comunicación coloquen las ganancias por delante de la verdad. Los medios se han degradado profundamente; ésa es una amenaza real para la democracia”, declaró Schneider.
No hay un argumento científico sólido que discuta el hecho de que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero recalientan la atmósfera, y que las emisiones de estos gases generadas por actividades humanas son los factores principales del aumento de las temperaturas en las últimas décadas.

También es poco racional el debate sobre una realidad fácilmente observable: el hielo del Ártico está desapareciendo, los glaciares se están replegando, los eventos climáticos extremos han aumentado y la primavera llega antes.

A fines de 2009 se difundieron documentos obtenidos por piratas informáticos de los archivos de la Unidad de Investigación Climática de East Anglia que, presuntamente, revelan una manipulación de datos para presentar el recalentamiento planetario como un fenómeno causado por la humanidad.
El episodio causó alboroto y los investigadores que estaban en el centro de la controversia dijeron que sus correos electrónicos habían sido objeto de un ataque informático y que el contenido había sido sacado de contexto.

(…)

Algunos grupos de presión de poderosas corporaciones estadounidenses no han cesado sus ataques al IPCC en los últimos diez años. El gigante petrolero Exxon financió esos cabildeos e incluso presionó al gobierno de George W. Bush (2001-2009) para librarse del ex titular del IPCC, el químico Robert Watson, jefe científico del Banco Mundial.

El gobierno de Bush cedió y reemplazó a Watson por el economista Rajendra Pachauri, el mismo cuya renuncia reclaman ahora los lobbystas.

“Estamos en una época extraña, conducida por la codicia y el temor. El público está más confundido que nunca”, dijo Weaver. “Y los buenos científicos se preguntan: '¿Por qué querría yo ser parte del IPCC?'”, agregó.

***
Extraído de:
http://www.tierramerica.info/nota.php?lang=esp&idnews=3561
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El sentido del cuerpo

Extractos de una entrevista realizada a David Le Breton, autor de El adiós al cuerpo (2007, La Cifra Editorial, México D. F.).



¿Qué le lleva a decir que el cuerpo se ha convertido en un accesorio, una especie de kit?
La formidable convergencia de prácticas relativamente recientes, o cuyo éxito es reciente, hacen que el cuerpo sea vivido hoy a menudo como un accesorio de la presencia. Un material a bricolar para ponerlo a la altura de la voluntad del individuo. El cuerpo es un objeto imperfecto, un borrador por corregir. ¿Qué hace la cirugía estética? Se intenta cambiar el cuerpo para luego cambiar la vida. El culturismo va en la misma línea: no es cuestión de contentarse con el cuerpo que uno tiene, sino que hay que perfeccionarlo, controlarlo.

Una tercera lógica está en juego: a falta de poder controlar la existencia en un mundo que se presenta cada vez más inaccesible, se controla el cuerpo. Una manera simbólica de no perder su espacio en el tejido del mundo y de procurarse un sentido, un valor, proyectos, etc.

¿No es paradójico hablar del adiós al cuerpo al mismo tiempo que se le exalta?
No. El cuerpo exaltado no es el cuerpo en el que vivimos, sino un cuerpo rectificado, redefinido. Una anécdota: durante una amplia investigación sobre el tatuaje y el piercing, llevada entre cincuenta alumnos de la universidad de Estrasburgo (la mayoría tatuados o con piercings), una de las estudiantes nos dijo, llorando, que después de haberse tatuado se sentía metamorfoseada, completa. Ella había colmado así un defecto que sentía desde la infancia. Este ejemplo nos indica que el cuerpo como tal no era suficiente para asegurarle una existencia plena. Hacía falta cambiarlo para que alcanzara una dignidad que no tenía. La misma lógica se encuentra en el culturismo, el transexualismo, la moda de la cirugía estética, la importancia de los regímenes alimenticios, etc. El cuerpo es un objeto a someter, no a vivir como tal con alegría. Si el cuerpo fuera realmente libre, no se hablaría de él.

¿El problema no es el viejo dualismo occidental cuerpo-espíritu?
En parte. Pienso que el dualismo contemporáneo no opone el cuerpo al espíritu o al alma, sino al hombre con su cuerpo. Por eso hablo de un "alter ego". Se hace del cuerpo un socio que se mima o un adversario al que se le combate para darle la forma deseada. Las facciones radicales de la cibercultura americana van aún más lejos en este dualismo. Consideran que el cuerpo es despreciable en estos momentos en que podemos comunicarnos en cuestión de segundos de un extremo al otro del mundo. Nos hace perder el tiempo, enferma, está abocado al envejecimiento, a la muerte, etc. A sus ojos es un fósil, un anacronismo. Por eso sueñan con la posibilidad de que el espíritu humano pueda ser archivado en un disco de ordenador, volcado en Internet, es decir, piensan en la erradicación de la carne a favor de innumerables prótesis informáticas.

¿A qué nos enfrenta la cibersexualidad?
A la abolición del cuerpo en la relación con el otro. El otro es descartado a favor de los signos de su presencia. El puritanismo se conjuga con el mito de la salud perfecta. La sexualidad sin cuerpo elimina cualquier riesgo de contaminación o de encuentro y no aporta nada al confort de la vida cotidiana. Desaparece la necesidad de salir de uno mismo y de someterse a la seducción y al encuentro con el otro. El cuerpo del otro será un día un disquete, un fichero, un programa, un site. Eros electrónico. Para algunos defensores de la cibercultura americana, la sexualidad está superada y la perciben incluso como insípida.

***
Entrevista original publicada en la revista Construire, nº 19, 09-05-2000.
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Si Dios fuera una mujer / Mario Benedetti


¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
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La Comisión Europea autoriza el cultivo de papa transgénica

La Plataforma Rural, Amigos de la Tierra, CECU, COAG, Greenpeace y Ecologistas en Acción denuncian que este tubérculo de BASF podría incrementar la resistencia a los antibióticos.

Una de las primeras decisiones de la nueva Comisión Europea ha sido autorizar hoy un cultivo transgénico, el primero desde 1998. El Comisario de Salud y Consumidores John Dalli, de acuerdo con el Presidente Barroso, ha dado la autorización a través de un procedimiento que evita el debate del Colegio de Comisarios.

Esta patata transgénica, conocida como Amflora, ha sido desarrollada por la compañía agroquímica BASF y contiene un gen que la hace resistente a determinados antibióticos. Por esta razón, Plataforma Rural, Amigos de la Tierra, CECU, COAG, Greenpeace y Ecologistas en Acción advierten que este cultivo supone un riesgo inaceptable para la salud de las personas, los animales, y el medio ambiente.

Parece increíble que la primera decisión de la Comisión sea autorizar un cultivo transgénico tan peligroso. En seis años, Barroso no ha podido ocultar las evidencias científicas que cuestionan la seguridad de la patata transgénica. La nueva Comisión ha tomado esta grave decisión sin un debate con todos los comisarios; el nuevo comisario Dalli, cuya misión es proteger a los consumidores, ha adoptado una de sus primeras decisiones sin considerar ni la opinión pública ni la seguridad con el objetivo de complacer a la mayor empresa química del mundo.

La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea del Medicamento han advertido de la importancia de los antibióticos afectados por la patata Amflora [1]. La presencia de la patata de BASF en los campos podría aumentar la resistencia de determinadas bacterias a antibióticos imprescindibles en tratamientos contra la tuberculosis. Resulta especialmente llamativo el hecho de que se hayan dado desacuerdos sin precedentes en varias evaluaciones de este tubérculo [2] incluso en la protransgénica Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.

Además, la mayor parte de los países miembros de la UE se han opuesto a la autorización, ante lo que las organizaciones firmantes exigen a los Estados miembros que prohíban el cultivo de esta patata en su territorio.

La medicina está cada día más preocupada por la resistencia a antibióticos. En el 2001 se adoptó una ley europea que requería que los genes de resistencia a antibióticos que supusieran una amenaza para la salud de las personas y para medio ambiente fueran retirados paulatinamente hasta el 2004 [
3]. La empresa BASF solicitó la autorización para este cultivo como alimento humano y animal en el año 2005.

Amflora tiene un mayor contenido en almidón y fue desarrollada para uso en procesos industriales, piensos y fertilizantes. Sin embargo, las patatas convencionales no transgénicas disponibles en el mercado tienen casi el mismo contenido de almidón pero sin los genes de resistencia a antibióticos, lo cual demuestra que la patata transgénica es absolutamente innecesaria.

La ciudadanía, cansada de vivir en el único país de la UE cuyo Gobierno tolera el cultivo de maíz transgénico a gran escala, se manifestarán el próximo 17 de abril en Madrid contra la política del ministerio del Medio Ambiente, Rural y Marino. Con esta nueva aprobación tienen aún mayor motivo para hacerlo, dado que España fue uno de los únicos países de la UE que apoyó esta patata en el proceso de autorización.

[1] Organización Mundial de la Salud
Agencia Europea del Medicamento
[
2] www.greenpeace.org
[
3] Directiva 2001/18/EC sobre la liberación al medioambiente de organismos modificados genéticamente. Artículo 4 (2) Cronología del proceso de autorización de la patata modificada genéticamente (en inglés)

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