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La Navidad y la fiesta del Sol Invicto


No se sabe con certeza cuándo se empezó a celebrar la fiesta de Navidad el 25 de diciembre, los datos arrojados por la arqueología sólo permiten conjeturas. Por lo pronto, se sabe que en los primeros años, probablemente a principios de siglo II, la fiesta de Navidad se celebraba junto con otras dos fiestas teofánicas, los reyes magos y el bautismo de Jesús, unos días después del solsticio de invierno, dentro de los primeros diez días de enero. Del año 336 tenemos el testimonio más antiguo -el calendario filocaliano- de que la celebración de la Navidad tenía lugar, en forma conjunta con las dos fiestas teofánicas señaladas, por esas fechas. Después, en fecha que desconocemos, la Iglesia Romana separó la Navidad de las otras dos fiestas; los armenios monofisitas aún celebran la Navidad el 6 de enero.

El traslado de la fiesta al 25 de diciembre parece haber tenido como objetivo contrarrestar el culto al Sol Invicto que empezó a tener mucha popularidad en Roma desde Caracalla, quien a principio del siglo III (211-217) había fomentado el culto al dios solar sirio Sol Invictus. Tras la muerte violenta de Heliogábalo ocurrida en 222, quedó proscrito el culto al sol entre los romanos; hasta que Aureliano (270-275) lo introdujo con éxito nuevamente por razones políticas: para asegurar la unidad del Imperio. Al decir de Eliade, fueron cuidadosamente eliminados los elementos sirios y el servicio se confió a los senadores romanos. Se fijó el aniversario del Sol Invictus el 25 de diciembre, día natalicio de todas las divinidades solares orientales.

La fiesta cristiana de la Navidad parece haber sido trasladada hacia el año 330, en tiempos de Constantino (306-337), al 25 de diciembre. Con ello se quería significar a Cristo como el verdadero Sol Invictus. Es importante observar que, a partir del año 315, empiezan a aparecer en las monedas los primeros símbolos cristianos. Probablemente sea por estas fechas cuando tiene lugar el cambio de la fiesta de Navidad al 25 de diciembre. El mensaje recabado de la célebre visión de Constantino fue en el sentido de la prevalencia de Cristo sobre el Sol: Cristo es el verdadero sol invicto. Sólo faltaba trasladar la fecha del nacimiento de Jesús al 25 de diciembre, día en que se festejaba el nacimiento del Sol Invictus.

Esa tradición se encuentra ya firme en el evangelio apócrifo tardío conocido como Liber de Infantia Salvaturis -probablemente obra de un erudito y elegante compilador carolingio del siglo IX- donde se representa a la parturienta que atendió a María en el momento del nacimiento de Jesús diciendo que "el niño lanzaba resplandores, lo mismo que el sol".

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Extraído de:
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El Yoga, el vehículo


¿Qué es el Yoga?
Resulta difícil saber qué es realmente el yoga. Es muy posible que hayas oído a mucha gente hablar sobre el tema, dando cada uno su versión individual de lo que cree que es. Y estoy seguro de que todos ellos deseaban sinceramente transmitirte la verdad acerca del yoga. Yo no cometeré el atrevimiento de pretender saber qué es el yoga, sino que, de lo que he aprendido gracias a mi limitada capacidad e inteligencia, me limitaré a contarte lo que creo que es. Permíteme reiterarte, al llegar aquí, que no pretendo que aceptes todos mis puntos de vista como si fuesen el Evangelio; en lugar de ello, te propongo que aceptes lo que buenamente puedas y que rechaces todo lo que no.

Cuando hablo de yoga utilizo frecuentemente la expresión "Dios". Comprendo que eso pueda motivar una reacción de rechazo en mucha gente. Pero Dios puede verse de muy distintas maneras, que no tienen necesariamente que coincidir con las que la sociedad o la cultura nos han enseñado. El yoga es la unión con uno mismo, lo que, interpretado literalmente, significa uncir o unir el ser individual con el ser cósmico; es decir, con Dios. Los yoguis entienden la expresión Dios de numerosas formas distintas. Puede ser la paz, infinita y omnipresente, pero puede ser también el poder o la energía; puede ser la felicidad y la alegría, incluso la pureza y la bondad ilimitada. En la esencia de Dios encontramos también la esencia del yoga. Como ves, Dios resulta tan difícil de definir como el yoga. El "uno mismo" puede considerarse equivalente a la consciencia, y el yoga como la forma de incrementarla o elevarla. No obstante, en la realidad no cabe incrementar o disminuir la consciencia. Tú eres ya consciente y, por medio de las prácticas o ejercicios de yoga, ta haces más consciente de dicha consciencia. Según te vas haciendo cada vez más consciente, va aumentando la consciencia de tu propia consciencia, hasta llegar a ser completa y totalmente consciente. Es ahí donde se funden los procesos de consciencia y de consciencia de la consciencia, y donde la esencia de Dios y del yoga se hace una.

El yoga es una forma de unir
Para mucha gente, la palabra yoga sugiere ejercicios físicos, meditación o, posiblemente, una determinada filosofía exótica. Por lo general, es considerada como una práctica específica realizada con regularidad. El yoga es ciertamente eso, pero también mucho más. No se limita a una serie de prácticas o ejercicios; los métodos pueden variar, dependiendo del profesor y maestro; pero cualquiera que sea la escuela de yoga que se siga, la meta u objetivo último permanece invariable: unir el ser individual con el ser cósmico.

Se ha calificado muchas veces al yoga como un camino, un sendero que te conduce a una meta concreta. No obstante, no todo el mundo puede encontrar el mismo camino o sendero transitable. Por eso es por lo que hay numerosos caminos que llevan a la misma cumbre de una montaña, y por lo que cada individuo puede encontrar su propio camino particular, su propio sendero particular y, en consecuencia, su propio yoga particular. Lo más importante es que cada uno de nosotros encontremos el tipo de yoga que mejor se ajuste a nuestro propio temperamento, y para eso se escribió este libro: para dar una idea de los distintos tipos de yoga y de los temperamentos específicos que corresponden a los distintos caminos existentes.

El yoga es una vida en unión
En primer lugar, y sobre todo, el yoga es una forma de vida. Aparte de ser una filosofía y unas prácticas o ejercicios, es una ciencia del vivir. Antes de poder entender mínimamente el yoga tendrás que llegar a ser consciente de que es, ni más ni menos, la propia vida. El yoga no se limita a llevar una existencia apropiada, correcta y meditativa durante breves intervalos de tiempo, sino que es más bien toda tu existencia. No cabe incrementar la consciencia durante un rato por la mañana y reavivarla luego un poquito por la noche; debe expanderse en todas las actividades, en todas las relaciones, en todas las capacidades y en todas las empresas. Eso es el yoga. Nada más que todos y cada uno de los actos del día y nada menos que la propia vida.

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Extraído de:
Vijay Hassin: Moderno Manual de Yoga. Guía completa para practicar las disciplinas espirituales y físicas del yoga.
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