Los oráculos en Grecia

En la antigua Grecia los oráculos alcanzaron su mayor expresión, siendo los principales los situados en Delfos, Dodona y Delos.

Egeo, mítico rey de Atenas, consultando a la Pitia
-quien está sentada en el trípode de bronce- en el Oráculo de Delfos

El oráculo de Delfos -una de las instituciones griegas más importantes- estaba relacionado con el agua. Este santuario, situado al pie del monte Parnaso, estaba consagrado a Apolo, dios de la música, de la razón de y de la verdad.

Antes de comenzar el ritual del oráculo, la pitia (mujer que transmitía mensajes en nombre de Apolo) se bañaba o bebía de la fuente el agua divina y, una vez purificada, subía al santuario. A continuación, bebía una pócima para inspirarse y, masticando hojas sagradas de laurel, se sentaba sobre un trípode de bronce suspendido sobre una profunda grieta en el suelo de la roca. Mientras inhalaba los vapores venenosos que emanaban de la grieta, los sacerdotes le colocaban en la mano una rama de laurel. Cuando la rama temblaba, significaba que estaba lista para ser poseída por el espíritu de su dios y revelar el destino de los hombres. Ante las preguntas de los consultantes, la pitia respondía con palabras entrecortadas que interpretaban los sacerdotes del templo.

Oráculo de Delfos

Consultado al principio sólo una vez al año (el séptimo día del séptimo mes, pues siete era el número sagrado de Apolo), las peticiones para el oráculo de Delfos se incrementaron a lo largo de los siglos hasta que la pitia llegó a aparecer nueve veces entre febrero y octubre. Para asegurarle al pueblo llano el acceso a este dios, un ritual especial tenía lugar anualmente en los escalones del templo. La multitud era tan grande que en ocasiones tres pitias se turnaban. A todas ellas se las designa simplemente como la pitia.

El oráculo de Delfos era considerado el eje en torno al cual giraba el conocimiento. En él se encontraba una piedra, el omphalos ("el ombligo del mundo"), así como la famosa inscripción "Conócete a ti mismo". Según el mito, Zeus liberó dos águilas: una en los confines de Occidente y otra en el extremo de Oriente. Las águilas volaron por la vasta extensión de la tierra hasta encontrarse en Delfos, el centro del mundo, donde podían responderse todas las preguntas y donde los emisarios llevaban las leyes para obtener la aprobación de los dioses.

Oráculo de Dodona

Igualmente el oráculo de Dodona era muy venerado, estaba consagrado al propio Zeus, rey de los dioses del Olimpo, y a la diosa de la tierra, Dione. Según la leyenda, Dodona fue fundada por mandato de una paloma negra que llegó del Alto Egipto. Esta ave milagrosa se posó en las ramas de un roble y, hablando con voz humana, ordenó la construcción de un templo para Zeus, donde el dios pudiese manifestar su voluntad a los hombres. Desde entonces, los sacerdotes del santuario interpretaban la voluntad de Zeus por medio de los susurros de las hojas de una encina sagrada, así como por los arrullos de las palomas y los sonidos de unos cuencos de cobre que se encontraban en una fuente cercana.

También Delos -una pequeña isla del archipiélago de las Cícladas- albergaba un oráculo consagrado al dios Apolo, así como a su madre, Leto y a su hermana, Ártemis. Delos se consideraba también el hogar primario de Apolo, a quien se adoraba como rey de los ratones. Los ratones cumplían un importante papel en el oráculo, pues se interpretaban los movimientos de éstos a través de una serie de laberintos para obtener las respuestas a las preguntas formuladas. La santidad de la isla era tan grande que la tradición afirmaba que no se permitía a la muerte posarse en ella.

Sin embargo, existían muchos otros emplazamientos en lugares como Dídima (donde las palabras de Apolo se comunicaban por medio de una profetisa en trance que inhalaba vapores de calderos hirviendo), además de Labadea y Colofón.

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Fuente:
Green Shia (2001). El libro de los oráculos del mundo. Barcelona (España): Editorial Océano.