Heroínas de la Independencia de Venezuela (3/3)


Luisa Arrambide de Pacanins (La Guaira, 1798)
Mujer de gran belleza. Se casó con Tomás Pacanins, con quien tuvo cinco hijos. En la sala de su casa, decorada con elegancia, concurría un círculo cultural de la más alta distinción por aquellos días, así como Bolívar y Montilla. Se dice que el Libertador la amó "locamente", pero ella nunca le correspondió y alegaba, entre otras razones, que era "muy pretencioso".

Su devovión a las ideas emancipadoras la hizo blanco de la furia de los realistas. Fue condenada y a ser azotada públicamente hasta perder el aliento en la Plaza de San Juan, en Caracas, hoy conocida como Plaza Capuchinos.

Allí, Luisa fue mandada a montar en lo alto de un cañón y desnuda fue expuesta a risas y burlas. En vano la interrogaban con cada azote, ella se limitaba a responder: "Viva la patria. Mueran los tiranos".

Luego de eso se trasladó a Puerto Rico en donde murió al nacer su hija Luisita. Tenía 28 años.
***




Josefa Camejo (Curaidebo, Estado Falcón, 13/05/1791)
Hija de Miguel Camejo y de Sebastiana Talvera y Garcés. Fue conocida también como "Doña Ignacia". Luchó como cualquier otro soldado en la gesta independentista venezolana, enfrentando los prejuicios y barreras que relegaron a la mujer a ocupar el lado "oscuro" de la historia. Inició sus estudios en el colegio de las hermanas Salcedo, en Coro, y luego fue enviada a un convento en esa ciudad, donde completó su educación y estuvo en contacto con las ideas republicanas. En 1810, estando en Caracas, tuvo la oportunidad de vivir los sucesos del 19 de abril. En 1811, viajó a Mérida donde conoció al coronel Juan Nepomuceno Briceño Méndez, con quien contrajo matrimonio.

El 18 de octubre de 1811 firma el documento titulado "Representación que hace el Bello Sexo al Gobierno de Barinas", en el que las firmantes, enteradas de la invasión que intentaban los guayaneses por San Fernando, se ponían a la orden para la defensa de Barinas, sin ningún temor a los horrores de la guerra. Ese mismo año en Barinas, ante la amenaza de los realistas, Josefa solicitó al Gobernador permiso para protegerlo, extrañada de que "no se haya contado con las mujeres para proteger su seguridad", asegurándole que "el sexo femenino no teme los horrores de la guerra; antes bien, el estallido del cañón no hará más que encender en nosotras el deseo de libertad". Su vida entera la entregó a la causa republicana, luchando hombro con hombro con los patriotas, e incluso comandando rebeliones por toda la Provincia de Coro.

En 1821, al frente de trescientos esclavos que trabajaban en su hato de Paraguaná, propició una rebelión contra las fuerzas realistas de la Provincia de Coro; pero fueron derrotados. El 3 de mayo del mismo año, con un grupo de quince hombres, se presentó en Baraived, lugar donde descansaba el jefe realista Chepito González, a quien enfrentó y derrotó. Posteriormente se dirige, junto con varios patriotas, a Pueblo Nuevo, donde es apresado el Gobernador, nombrándose a un Gobernador civil republicano: Mariano Arcaya. Ese mismo día Josefa Camejo leyó en Pueblo Nuevo el manifiesto que declaraba libre a la Provincia de Coro y en el que se juraba fidelidad a la República.

Se dice que después de la Independencia se retiró a sus haciendas en donde finalizó sus días al lado de su familia.

***



Leonor Guerra
En 1816, el coronel Juan Aldama, jefe y gobernador interino de la provincia de Cumaná enardecido por los triunfos de Gregor MacGregor en las batallas de Quebrada Honda (2 agosto), Alacrán (6 septiembre) y Juncal (27 septiembre), descarga su ira en Leonor Guerra quien osadamente se había asomado a la ventana con una cinta azul, símbolo que adoptaron los patriotas como divisa política y que las señoras llevaban discretamente en el cabello.

Leonor se encontró frente al gobernador Aldama y fue víctima de sus atropellos, lo cual sin embargo no hizo que abjurara de sus convicciones políticas. En consecuencia se le siguió juicio y se le sentenció a salir por las calles montada en un burro enjalmado, para recibir públicamente 200 azotes por «insurgente». En cada esquina debía amonestársele y se le pedía que revelara los nombres de quienes compartían sus ideas. Mientras se la sometía a este suplicio, le gritaba a sus verdugos, antes de cada azote: «¡Viva la Patria, mueran los tiranos!»; esto fue respondido con repetidos latigazos hasta que fue conducida a su hogar exhausta. Afectada por la ofensa recibida, se negó a ingerir alimentos y a recibir asistencia médica, hasta que sobrevino la muerte ese mismo año.

El 1 de diciembre de 1819, el general Pablo Morillo expuso al ministro de la Guerra de España la conveniencia de que el brigadier Aldama fuese trasladado a España, vistos su bajo rendimiento militar y por la «dureza imprudente» en Cumaná.

***




María del Carmen Ramírez (San Cristóbal, Estado Táchira)
Poseedora de valiosas propiedades, todos sus bienes y servicios personales estuvieron a favor de la causa de la Independencia.

Entre sus propiedades contábase un hato de ganado en la región de San Camilo, una elegante y cómoda casa en San Cristóbal, y entre varias casas de su propiedad en el Rosario de Cúcuta (Colombia) se incluía una de dos plantas amplísima y lujosa que fue sede del Congreso del Rosario, celebrado en 1821, y también sirvió como mansión de residencia del Poder Ejecutivo y fue llamada Palacio del Congreso y Palacio de Gobierno de la Gran Colombia.

Su adhesión a la ideas de emancipación la hicieron blanco de la saña de los realistas, incluyendo a sus familiares y propiedades. Durante los últimos meses de 1819 fue capturada en San Cristóbal y fue conducida, junto a otras señoras patriotas, en humillante calvario, hasta el pueblo de Bailadores, donde fue rescatada por un piquete de caballería enviado por Bolívar desde Pamplona, al mando del Coronel Leonardo Infante.

Convenció a su hijo de 15 años, Pedro Briceño Ramírez, para que se alistara en el Ejército Patriota, este fue tomado prisionero y condenado a muerte. Él y sus compañeros se salvaron de ser ejecutados por la intervención de una dama criolla, favorita del jefe realista Antonio Tíscar. Este contratiempo no arredró al joven, quien apoyado por su madre empuñó nuevamente las armas en las filas patriotas, peleó en varios combates y alcanzó el grado de Capitán, falleció en una sangrienta batalla.

María del Carmen Ramírez gozó de merecida fama entre los adalides de la Independencia. Murió en San Cristóbal el 7 de febrero de 1857.

***

Información extraída de la sección de Heroínas Venezolanas en:

http://historica.ejercito.mil.ve/

y de la sección Biografías de Venezuela en:

http://www.venezuelatuya.com/biografias/